En un país aparentemente ausente de arquitectura formalmente establecida, se plantea la interesante pregunta de si podemos considerarnos libres de historia arquitectónica, al igual que la declaración de países libres de esclavitud. En el caso de Bolivia, esta ausencia de una tradición arquitectónica proveniente del viejo mundo ha llevado a una singularidad donde la cultura y arquitectura tradicional se convierten en nuestro principal referente.
Al adentrarnos en la búsqueda de nuestra herencia cultural, encontramos un profundo significado en la Arquitectura Andina. Desde una perspectiva antropológica, el entorno y el clima extremo han moldeado hábitos particulares, evidenciados en la ausencia de fachadas elaboradas. Al caminar por las calles de la ciudad del Alto, nos encontramos con materiales en su estado crudo, como el ladrillo visto, la ausencia de revoques y la falta de pintura, elementos que han dado origen a una nueva propuesta arquitectónica conocida como ‘Cholets’.Recordemos el concepto del ‘Chale’ francés, la noción de vivienda unifamiliar de los burgos y sumemos el concepto de ‘Chixli’ del aimara, que habla de la yuxtaposición de elementos sin perder la identidad de ninguno. Esta integración es visible en los tejidos tradicionales de aguayos, por ejemplo. Con esta comprensión, se vuelve más sencillo analizar y descomponer una propuesta arquitectónica andina, lo cual resulta crucial para abordar la ausencia de arquitectura formal en Bolivia.
Ahora, ¿qué sucede con la región oriental del país?
En un contexto similar, los hábitos están arraigados en la transformación funcional de los espacios. Mientras que la arquitectura andina enfatiza la ornamentación de las fachadas, en el oriente se experimenta una modificación más centrada en la funcionalidad.
Es evidente que la vida en una ciudad con un clima cálido, y aparentemente ausente de innovación arquitectónica, rescata tradiciones chiquitanas que invitan a disfrutar de espacios bajo la protección del sol. Esto ha dado origen a la tradicional galería. Al pasear por el casco viejo de Santa Cruz, podemos observar cómo la planificación urbana ha adoptado estas características, convirtiéndose en un icono representativo de la ciudad.
En cuanto a la vivienda, encontramos una yuxtaposición entre la fachada eurocentrista y la gran galería que invita a la estancia en el jardín. Mientras que en el oriente estas ideas están al alcance de todos, en el occidente se reservan para unos pocos neo burgueses andinos.
En resumen, el estudio continuo y la exploración de la diversidad arquitectónica en Bolivia nos permiten comprender y apreciar la riqueza cultural y las diferentes influencias que moldean nuestra identidad arquitectónica única.
Agradecido, a seguir estudiando.
Moroni Pozo.